Dia del Animal
En Argentina se «celebra» el día del animal el 29 de abril. A pesar de ser un día nacional, debemos re preguntarnos cuál es la situación de los animales y hacia dónde va la defensa de ellos.
La palabra animal viene del latín “ánima” que significa alma, no en un sentido religioso sino en la conciencia del ser, la conciencia de uno mismo, es lo que diferencia a todos los animales del reino vegetal. Entonces, algo nos iguala en algo nos parecemos, ¿En qué? En el ser sensible, aquel capaz de sentir dolor y placer, pero también dotado de capacidad de experiencias, que podrán ser malas o buenas, por eso, no todos los animales reaccionamos de la misma forma ante un estímulo. Esas experiencias nos hacen conscientes de sí y todos los animales lo expresan con claridad.
Es difícil de creer, casi una locura pensarlo que en pleno siglo XXI aun exista una brecha. Una eterna distancia entre las diferentes especies, ¿Por qué limitarlo? Es extraño pensar que el humano, la persona, el ciudadano todavía piense que el único animal que existe es aquel que se encuentra en su casa, que tiene un collar con un nombre grabado y que responde al mismo. Y más extraño aún, pensar que ese animal (mal llamada mascota) pueda llegar a ser el único merecedor de que uno responda por ellos. El perrito no es el único animal que corre y juega, el gatito no es el único animal adorable. Las vacas, los cerdos, las gallinas, los peces son seres idénticos en la fisiología y emoción al resto de los animales a los cuales defendemos a capa y espada. ¿Cuál es el criterio?
Que difícil responder cuando están en nuestro plato, que difícil pensar sin el asado del domingo. No es el día del perro ni del gato. Es el día de aquellos que sueñan con ser libres, es el día de aquellos que todavía creen en la esperanza, es el día de los animales, no de la exclusión de ellos. La justicia debe ser ciega a la raza, especie, sexo y al género, pues sino se transforma en un arma de destrucción masiva.
Ya no se puede negarles a los no humanos, capacidades de sentir como lo hacía el filósofo Rene Descartes, que los comparaba a maquinas autómatas, ahora los sistemas de explotación reconocen la sensibilidad, pero la lógica es idéntica a la idea cartesiana, pero con la diferencia que se perfecciona la explotación, nos apropiamos de los cuerpos de los animales de forma mucho más eficiente, bajo el eufemismo del Bienestar Animal.
No existe maltrato animal en términos tradicionales. Analizar la cuestión desde casos puntuales es insuficiente, no representa la situación institucional de forma acabada. El uso y explotación de animales incluidos no se mantiene casualmente, sino que existe un amplísimo marco institucional que avala el holocausto animal, por ejemplo, el Derecho reafirma su condición de cosa (propiedad), las biopolíticas asumen y refuerzan la utilidad de los animales, por ello si existen políticas públicas para con los no humanos, solo que son orientadas a generar rentabilidad, no a su emancipación.
Observamos como instituciones que protegen a los animales, han reforzado la explotación de los animales domésticos, sembrando el mito de la superpoblación de animales en situación de calle. El número de animales en la calle es abrumador, pero la superpoblación como problema público no existe solo en los animales abandonados, desviar la situación a la relación de “dueño/mascota” es acentuar y profundizar la situación actual. De esta manera amplios sectores proponen las castraciones públicas gratuitas para animales que no tienen responsable, pero excluyen a los animales cuyos responsables poseen recursos para hacerlo en el ámbito privado.
La situación que debería ameritar preocupación es la de los criaderos de animales, que generan un jugoso negocio. Es ahí, donde el Estado y las instituciones no gubernamentales juegan un papel clave, porque ponen énfasis en la decisión personal de comprar un animal o no. Nunca en si es ético o en sus consecuencias, pero luego nos acongojamos ante situaciones grotescas. En síntesis, la sobrepoblación existe en los criaderos.
Por lo tanto la tenencia responsable -concepto Europeo- solo es una faz privada de la cuestión, por lo que el Estado interviene mínimamente, se desvía solo en paliativos no sustanciales, ni mucho menos políticas públicas. De esa forma apoya actividades recreativas y pintorescas como desfiles de animales. Mientras miles de ellos aún esperan no padecer en la calle.
Así también, sectores proteccionistas propugnando que los animales no humanos deben ser cosas para el ordenamiento jurídico, porque es necesario, ¿Para quienes? La contradicción se observa cuando existen casos de crueldad animal, porque se exige justicia y condena a quienes dañan a las «cosas».
El veganismo como posicionamiento ético, no es una dieta ni posición individual, nadie podría pensar que la defensa de los DD.HH. es opcional, o que lo hacemos porque nos gustan los humanos, sería inconsistente. Como menciona la abogada especialista en derechos animales, Ana María Aboglio, el holocausto en su eterno retorno es hoy la situación de los animales no humanos. Después de todo, según la FAO se matan solo para consumo entre 55 y 60 mil millones de animales, 5 mil por segundo sin contar los animales marinos.
Dada tal situación, el movimiento de defensa animal, debe ser consistente, claro y contundente en sus acciones, dado que de ello depende la vida de millones de animales. Desde Ser Animal propugnamos la abolición de la esclavitud animal, no solo de forma declamativa, sino con acciones concretas. La defensa de los animales, nos invita a movilizarnos y abrazar una causa absolutamente legitima. El ser humanos es un animal, por lo tanto necesitamos reencontrarnos con el resto de las especies, necesitamos compromiso y que nuestra decisión se convierta en un movimiento de construcción colectivo. Recomendamos la lectura del libro «Veganismo, practica de justicia e igualdad» de Ana Aboglio, que se encuentra disponible en la Biblioteca Mariano Moreno.
